Que solo nos baste con el recuerdo en la sombra que ya no lo queramos iluminar y que la nostalgia pase desapercibida como un leve destello. Entonces me gustaría rehacerme como si no doliera, Resistir pero después de la eterna caída creo que somos poco más que nuestra sangre
Desafío En Cadena
Cadena 1
Querida Violeta:
Hoy he vuelto al lugar donde crecí. Allí, como cada domingo, he encontrado algunas de las flores de mi infancia. Por primera vez en mucho tiempo, las he visto: las he visto.
Y en este prender de la pupila, he vuelto a ver -primero- a mirar -después- y a enamorarme -por último- de las amapolas: tan rojas. Brillando al sol y meciéndose a la brisa de la primavera: tan libres.
Amapolas: los recuerdos se me deshacen en la boca…
Tan sencillas y livianas, con sus pétalos traslúcidos y su aspecto frágil. Pero también tan resistentes, con sus tallos peludos, rígidos y amenazantes. Invasoras en el entorno, supervivientes en mi memoria.
Como un ejército anárquico, desde cada rincón, todas ellas se han desplegado ante mí, gritando: seguimos siendo hermosas (aun cuando nadie nos mira).
Amapolas: ¿no seduce hasta su nombre?
Abrazos,
Laura
Ita
Cadena 2
En los andenes hay urgencia y tristeza. Se mezclan las ganas de salir con las de llegar, pero en ese tramo intermedio la imaginación vuela.
Mientras, la ventanilla deja reflejos fugaces de verde y trigo, y de vallas pintadas con graffitis en un intento de ser para siempre.
Eso, en los andenes.
Paula
Fuera de foco
A veces ando
Entre movido, movilizado y en movimiento.
En la marcha me concentro
Y a veces se borra el resto
Y a veces aparece nítido
Fuera de foco?
Me pregunto
Abdel
En un intento de ser para siempre
no nos despedimos
solo cerramos los ojos
y respiramos el mismo aire.
el movimiento
alrededor nuestro se volvió una foto movida.
durante años te vi como eso:
una foto movida,
tinta que me manchó la mano.
las lágrimas que te lloré
también se movieron por mi cara.
desde que nos separamos
no deje de moverme.
todavía sigo buscando ese aire
que respiramos.
todavía sigo buscando esa tinta
que nunca te escribí.
Maria Catalina
Silvia
Cadena 4
Cuando el tiempo
se transforma en la luz
o en la oscuridad.
Y cuando el destino
es mañana
y no un lugar sin pulso
que describiste alguna vez.
Cuando el final del día
es la brisa
metiéndose por entre la falda
y una gota de sudor
sala el contorno de tu columna vertebral.
Y podría ser que
en el momento del silencio
tan sólo nos baste con
nombrar al día
o explotar en dolor
Vanina
Que solo nos baste con el recuerdo
en la sombra
que ya no lo queramos iluminar
y que la nostalgia
pase desapercibida
como un leve destello
Entonces me gustaría rehacerme
como si no doliera,
Resistir
pero después de la eterna caída
creo que somos poco más que nuestra sangre
y que no hay vida más allá
Y sé que en este lado de la luz
nos va a tocar reescribir nuestra rabia
escupirnos y amarnos
en el mismo lecho
lamernos las heridas como animales
aceptar la derrota
y beber el cáliz de vino amargo
para afrontar que siempre querremos huir
del sacrificio del tiempo
Marta
Antes y después
El haz de luz,
al alumbrar a mis monstruos,
hizo que estos se echaran a correr.
Con movimientos toscos los deje alejarse.
Huían, flameando la bandera de la rendición.
Los despedí agitando suavemente la mano de un lado al otro.
Finalmente, ya me había acostumbrado a ellos.
De todas maneras, les grite que no vuelvan.
Sé que cuando el haz de luz desaparezca
Vendrán nuevos monstruos,
Amigos de los anteriores.
Pero recordaré que bajo el haz de luz,
Descubrí que el negro no siempre es negro
Y que las cosas hasta ahora rígidas
Se convierten en movimiento y flexibilidad.
Mery
Despertar
A diferencia de otras veces, despertarse no le costaba tanto. ¿Quizá se hacía optimista con la edad? Lo que estaba claro es que la luz que entraba por la ventana anunciando un nuevo día le daba esperanza.
No siempre había sido así. Al principio apenas podía moverse de la cama. La noche le caía encima como una salvación al horror y el día se le anunciaba como una eterna sucesión de horas con la careta puesta. Solo ahora, 2 meses y 5 días después, empezaba su cerebro a hacer las paces con la idea de que quizá era mejor así. Su corazón iba a otro ritmo. Él necesitaba más tiempo, más despertares sin dolor.
Pero esta mañana era diferente. La luz le golpeaba los ojos y el pelo se le enredaba en una mano que no era la suya. Había asustado a los monstruos que le atormentaban las noches a base de alcohol y una confianza exacerbada en sí misma. ¿Era el optimismo el que había tomado las riendas esa noche de casi verano? En cualquier caso, no se equivocó: dio esquinazo a sus miedos viendo el sol salir desde una ventana ajena.
“Este es mi cactus preferido. Desde que ha empezado el buen tiempo, le salen flores durante el día y se cierran por las noches”. Con el recuerdo de ese fragmento de conversación en mente, hizo una foto con el móvil y salió de puntillas. El sol le hizo entrecerrar los ojos y mientras empezaba a pedalear, sintió dentro de ella miles de pequeños capullos explosionando en flores.
Sabía que con la llegada de la noche, volverían a cerrarse. Hasta entonces le quedaban más de 10 horas y estaba decidida a aprovecharlas.