[vc_row row_scroll_icon=»no»][vc_column][vc_column_text]

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row row_scroll_icon=»no» css=».vc_custom_1582887217661{background-color: #ffffff !important;}»][vc_column][vc_empty_space height=»15px»][vc_single_image image=»7064″ img_size=»large» alignment=»center»][/vc_column][/vc_row][vc_row row_scroll_icon=»no»][vc_column][vc_column_text]

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row row_scroll_icon=»no»][vc_column css=».vc_custom_1582893589816{padding-right: 40px !important;background-color: #ffffff !important;}»][vc_column_text]

Escribir tu nombre ya es reminiscente.

Y, ¡qué bellas memorias guardo contigo! Eres territorio sagrado en el calor del caribe colombiano. País del que me enamoré perdidamente cuando lo viví plenamente. Y ahí estás tú, tierra indígena, sabiduría ancestral. La vida solidaria allí, el cariño de tu gente, la ilusión por compartir. Eres puro desierto, árido, cruel, rebelde, intransigente. Aún así, lxs indígenas Wayuu siempre han respetado tu esencia, se adaptaron a tus extremas condiciones, juntxs avanzaron.

Te leí tantas veces antes de por fin conocerte; aún así al llegar me emocioné como si te descubriera por primera vez. A medida que me adentraba en tu interior, más sentía la conexión. Con esa vida sencilla, con tus casitas pequeñitas de cemento y madera, lxs niñxs corriendo hacia la escuela en la mañana, las profesoras con sus largos trajes y turbantes azules, los pescadores cargando en la espalda los utensilios de pesca y marchando hacia tus aguas al alba, los pastores y sus chivos trashumantes, las mujeres preparando tostadas picantitas de ceviche de camarón fresco para el desayuno, los flamencos rosados caribeños sobrevolando tus lagunas, tus escasos pero robustos árboles, los armónicos cantares de todos tipo de aves: pelícanos, gaviotines, garzas, chorlitos.

 

Te viví intensamente entonces, ahora te pienso asiduamente. Pienso todo lo bueno, pero también pienso en aquello malo. Pienso en el profundo dolor que has sufrido, lo mucho que has perdido, todo aquello que te han arrebatado. Pienso en tus habitantes, ellxs viven protegidos, aisladxs, pero también marginadxs, empobrecidxs, como si a nadie importara su existencia. Sin ayudas, sin recursos, la impotencia del abandono, la tristeza de la pérdida. Ojalá lxs (ir)responsables de ello te visiten, te observen, te escuchen, te huelan, te saboreen, te toquen, como te mereces, con respeto, con paciencia, con humildad. Ojalá, si van, lleven el corazón bien abierto y la mente serena. Ojalá pudiera transmitirles todo lo que yo sentí y aprendí aquellos días, ojalá eso sirviera de algo.

Ojalá nunca ceses en la esperanza, ojalá sigas resistiendo y  protegiendo lo que es tuyo, ojalá tu conocimiento traspase absurdas fronteras. Ojalá tu alma siempre brille como aquel día y yo pueda regresar a tu calma y cobijo en alguna otra travesía.

[/vc_column_text][vc_empty_space][/vc_column][/vc_row][vc_row row_scroll_icon=»no»][vc_column][vc_column_text]

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row row_scroll_icon=»no» css=».vc_custom_1582893727328{background-color: #e9e9e5 !important;}»][vc_column][vc_empty_space][vc_column_text]

Carta abierta de Eva Luna

Instagram: @evadiazbeth

[/vc_column_text][vc_empty_space][/vc_column][/vc_row][vc_row row_scroll_icon=»no»][vc_column][vc_column_text]

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row row_scroll_icon=»no» css=».vc_custom_1584044566120{background-color: #ffffff !important;}»][vc_column][vc_empty_space][vc_column_text]

Si queréis leer más Cartas abiertas podéis pinchar aquí.

[/vc_column_text][vc_empty_space][/vc_column][/vc_row][vc_row row_scroll_icon=»no»][vc_column][vc_column_text]

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *